En muchos aspectos de nuestra vida, la planificación anticipada puede marcar la diferencia. Uno de los momentos donde esta planificación adquiere mayor importancia es el final de nuestra existencia. Los trámites funerarios pueden ser un momento de mucho agobio para un familiar que acaba de perder a un ser querido. Por ello, saber cómo preparar un testamento es una forma de crucial de asegurar que nuestros deseos sean respetados y que nuestros seres queridos no tengan que enfrentarse a complicaciones innecesarias en un momento que ya de por sí es difícil.
Un testamento, también conocido como última voluntad, es un documento legal donde una persona, conocida como testador, manifiesta por escrito cómo quiere que se administre y reparta su patrimonio una vez fallezca. Este documento escrito aborda aspectos tanto financieros como personales, como son la asignación de bienes, la custodia de menores o incluso instrucciones detalladas para el funeral y disposiciones funerarias. Pero, para entender qué es y por qué se hace el testamento, debemos entender su origen, ¿de donde viene? ¿por qué se comenzó a elaborar?
El origen del testamento tiene raíces antiguas, remontándose en civilizaciones muy tempranas. En el derecho romano, ya aparecía el termino en latín «testamentum» que, a su vez, deriva de «testari«, que significa «testificar» o «dar testimonio», donde se desarrollaron sistemas legales que permitían a los ciudadanos expresar sus deseos sobre la herencia de sus bienes. En la Roma antigua, el estamento era importante para la organización y cesión de sus tierras. El testador declaraba oralmente sus deseos de cómo quería que se distribuyeran los bienes entre sus herederos.
Con el tiempo, este proceso fue evolucionando hacia las formas escritas y formales, ya que realizarlo verbalmente no hacía más que ocasionar problemas una vez se repartía la herencia. Las Leyes de las XII Tablas (451-450 a.C.) establecieron ciertos requisitos básicos para la validez de los testamentos, como la presencia de testigos para asegurar la voluntad del testador y su autenticidad, y la capacidad mental del testador, es decir, si esa persona estaba en pleno uso de sus facultades mentales en el momento de realizar el escrito o si la persona no estaba coaccionado por ninguna otra.
En la Edad Media en Europa, las prácticas testamentarias continuaron evolucionado, sobre todo por la influencia de los romanos. Los testamentos escritos se convirtieron en la normal, y las iglesias desempeñaron un papel crucial en la redacción de estos escritos.
En la historia legal europea, el testamento ha evolucionado desde formas más simples y verbales hasta documentos escritos más elaborados y formalizados que cumplen con requisitos específicos para ser legalmente válidos.
La primera razón por la que debes redactar un testamento es el control y la decisión personal de cómo quieres que se hagan las cosas. Esto significa que, al hacer un testamento, tienes el poder de decidir quién recibirá tus bienes y de qué forma se administrarán en el futuro.
Un testamento claro y bien redactado puede proteger a tus familiares y seres queridos de disputas legales. Además, asegura que reciban exactamente lo que tú quieras dejarles en herencia. Esto es crucial por un motivo importante: evitarás o, al menos, minimizarás el estrés emocional y financiero que supone afrontar el fallecimiento de un familiar. Sin un testamento, pueden surgir disputas sobre quién debería heredar los bienes, especialmente si las leyes de sucesión no coinciden con tus deseos personales. Un testamento que esté bien elaborado previene estos conflictos y facilita un proceso de herencia más fluido.
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Dependiendo de la legislación vigente y de tu situación financiera, un testamento puede disminuir la carga fiscal para tus herederos.
Hacer un testamento es un proceso accesible y no necesariamente complicado. Te dejamos algunos pasos que debes tener en cuenta:
Aquí te damos algunos consejos muy importantes que debes tener en cuenta:
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