Cuando un ser querido fallece sin dejar un testamento, la situación es difícil, incluso puede confundir a las familias. Al hecho de morir y no tener un testamento se le conoce como morir «intestado». Y esto puede plantear desafíos adicionales al proceso de repartir la herencia. En este artículo, te contamos cuáles son los pasos que se deben seguir y sus implicaciones legales en una sucesión en la que no hay testamento.
Las autoridades pertinentes deben ser notificadas en el momento del fallecimiento, esto es fundamental para conseguir un certificado de defunción. Con él podremos realizar todos los trámites legales y administrativos relacionados con la herencia.
Al no contar con un testimonio dónde se especifique quién es el beneficiario, se hará conforme dicten las leyes de sucesión del estado de residencia del fallecido. Estas leyes se tomarán como referencia para saber quiénes son los herederos legales y cómo hay que distribuir las propiedades del fallecido.
El cónyuge o los hijos del fallecido siempre son los principales herederos según las leyes de sucesión. La parte recibida de la herencia va a depender de cuánto retenga el estado y si hay hijos de relaciones anteriores.
Si el fallecido no tiene cónyuge ni hijos, la herencia fácilmente pasará a otros parientes como padres, hermanos o sobrinos.
Los trámites legales y administrativos que deben realizarse tras el fallecimiento de un familiar incluyen, entre otros, la obtención del certificado de defunción, que es fundamental para notificar a las autoridades y dar inicio al proceso de sucesión. Además, es necesario identificar y recopilar la documentación relevante relacionada con los activos y deudas del fallecido, como títulos de propiedad, documentos bancarios y registros financieros.
Se debe también comunicar el fallecimiento a las entidades pertinentes, como compañías de seguros, empleadores y prestamistas, y gestionar la cancelación de cuentas y contratos. Estos trámites son esenciales para garantizar una transición ordenada y legal de la herencia del difunto.
Por lo general, en el testamento se nombra también a una persona encargada de administrar la herencia, pero si en este caso no es así, el tribunal puede nombrar a un administrador de la sucesión, este gestionará los bienes del fallecido. Es decir, será el responsable de pagar las deudas que estén pendientes, y de distribuir los activos restantes entre los herederos legales.
Además, este administrador de sucesión, será quién recopile un inventario completo de los activos y deudas del fallecido incluyendo propiedades inmuebles, cuentas bancarias, inversiones, vehículos, muebles y cualquier otro activo de valor. Debemos saber cuánto es el valor del total de la herencia para ver como se distribuye.
Una vez que se ha completado el inventario y se hayan evaluado los bienes, el administrador podrá distribuir la herencia en función de las leyes. Esto puede incluir que se transfieran títulos de propiedad, liquidación de cuentas bancarias o la distribución de otros activos.
Es importante saber y tener en cuenta que la herencia puede estar sujeta a impuestos estatales y federales, así como a deudas pendientes del fallecido. El administrador de la sucesión debe ser quién pague estas obligaciones antes de distribuir los activos entre sus herederos.
En definitiva, es muy importante dejar un testamento, ya que sin él, el proceso de distribución de la herencia se puede complicar y puede traer discusiones entre la familia. Dejar un testamento claro y actualizado puede garantizar que se cumplan los deseos del fallecido y que la herencia se distribuya correctamente.
Nosotros aconsejamos siempre, seguir los pasos adecuados y obtener asesoramiento legal para facilitar el proceso. Es fundamental tomar medidas proactivas para planificar el futuro y dejar un testamento claro y detallado para evitar complicaciones innecesarias para los seres queridos que quedan atrás.
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